Hace algunos años tuve la oportunidad de conocer a un militante de una agrupación estudiantil, quien era estudiante de Historia en la UBA. Él venía de una familia donde sus padres eran comunistas, e incluso él de chico había visitado Cuba. Creo que hacía dos años que no hablaba con él. Cuando se conecta en el Messenger después de mucho tiempo y su nick decía "un soldado del gobierno de Cristina" mi primera impresión fue que se trataría de una ironía. Primero, por la casualidad que significaba encontrarme en un joven universitario aquella característica de la que hablaba Fernando Iglesias en su último artículo, donde describía la ¿conversión? de varios miembros de su familia desde el Partido Comunista Argentino hacia el kirchnerismo. Segundo, porque conozco gente que participa en agrupaciones estudiantiles, y al menos conscientemente, están bastante lejos de ser kirchneristas.
Tratando de entender la fascinación por el kirchnerismo que profesaba este joven, me contaba algo curioso. Resulta que para él, el proceso encabezado por los Kirchner es todo un movimiento revolucionario, al no ser "respetuoso de lo formal". O sea, para un marxista devenido en peronista, lo que convierte a los kirchneristas en revolucionarios es la improvisación a la hora de elaborar políticas, y el desprecio por cada una de las formalidades que hacen a cualquier república democrática que se tome en serio. Dicho en criollo, ser un pésimo gobernante constitucional es lo que te convierte en un buen caudillo revolucionario. Si Lula o Tabaré hubieran elegido el camino de Chávez, hoy serían idolatrados por militantes como este.
Lo típico de los populismos latinoamericanos, donde sea que surjan, es generar una suerte de elite de pseudointelectuales fanáticos del movimiento en cuestión, no importa cuanta censura o avasallamiento de las libertades pueda producir. Esto se observa muy bien en cualquier descalificación que esos intelectuales le hacen a la oposición: cualquier alternativa socialdemócrata es calificada como una "coalición conservadora". Todavía no se sabe bien a qué le llaman conservador, si los más interesados en preservar el status quo son ellos. Pretenden tener no sólo el monopolio de ciertas ideas sino también de un debate en el que serán los únicos autorizados para hablar.
No me sorprende tanto el paso del marxismo-leninismo al kirchnerismo experimentado por este chico, menos teniendo en cuenta el interés que la Unión Soviética manifestó (en épocas stalinistas) por los planes económicos quinquenales de Perón. Pero el artículo del diputado Iglesias lo pone bien en claro: el kirchnerismo es una encarnación débil del stalinismo, con casi los mismos principios. Lo bueno de este tipo de mezclas ideológicas es que uno puede refutar a dos enemigos mortales del liberalismo de una sola vez.
Tratando de entender la fascinación por el kirchnerismo que profesaba este joven, me contaba algo curioso. Resulta que para él, el proceso encabezado por los Kirchner es todo un movimiento revolucionario, al no ser "respetuoso de lo formal". O sea, para un marxista devenido en peronista, lo que convierte a los kirchneristas en revolucionarios es la improvisación a la hora de elaborar políticas, y el desprecio por cada una de las formalidades que hacen a cualquier república democrática que se tome en serio. Dicho en criollo, ser un pésimo gobernante constitucional es lo que te convierte en un buen caudillo revolucionario. Si Lula o Tabaré hubieran elegido el camino de Chávez, hoy serían idolatrados por militantes como este.
Lo típico de los populismos latinoamericanos, donde sea que surjan, es generar una suerte de elite de pseudointelectuales fanáticos del movimiento en cuestión, no importa cuanta censura o avasallamiento de las libertades pueda producir. Esto se observa muy bien en cualquier descalificación que esos intelectuales le hacen a la oposición: cualquier alternativa socialdemócrata es calificada como una "coalición conservadora". Todavía no se sabe bien a qué le llaman conservador, si los más interesados en preservar el status quo son ellos. Pretenden tener no sólo el monopolio de ciertas ideas sino también de un debate en el que serán los únicos autorizados para hablar.
No me sorprende tanto el paso del marxismo-leninismo al kirchnerismo experimentado por este chico, menos teniendo en cuenta el interés que la Unión Soviética manifestó (en épocas stalinistas) por los planes económicos quinquenales de Perón. Pero el artículo del diputado Iglesias lo pone bien en claro: el kirchnerismo es una encarnación débil del stalinismo, con casi los mismos principios. Lo bueno de este tipo de mezclas ideológicas es que uno puede refutar a dos enemigos mortales del liberalismo de una sola vez.
1 comentario:
un comunista en cuba???' me imagino que habra ido a dedo, porque si pago pasaje.... chau comunismo.....
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