miércoles, 18 de julio de 2007

Una democracia poco seria

Compartir Carezco de ese sentimiento anti-norteamericano que caracteriza a la mayoría de mis compatriotas. Eso me permite observar los aspectos de verdad positivos del país del norte, sin caer en el típico discurso del progresismo tercermundista que pretende oponerse a todo sólo porque proviene de Estados Unidos. Veo a la democracia norteamericana como un modelo de república a imitar, pero parece que todavía somos incapaces de tomar aquellos aspectos de otras naciones que las han hecho salir del subdesarrollo.
En los Estados Unidos, las elecciones están programadas para el mes de noviembre de 2008, y ya desde el año pasado se habla de distintos candidatos a presidente con grandes posibilidades de llegar a la Casa Blanca. Rudy Giuliani, Hillary Clinton y Barack Obama son algunos de ellos. Se realizan elecciones internas, llamadas "primarias" en ambos partidos mayoritarios, Demócrata y Republicano, donde se elige a los dos candidatos que competirán por la presidencia. Los candidatos se renuevan en cada elección. Se realizan debates entre ambos candidatos, con moderador y preguntas hechas por una audiencia tratando diversos temas. Por lo general el partido que detenta el poder encuentra que los representantes de la oposición en el congreso son suficientes como para frenar ciertos proyectos.
En nuestro país, la situación no podría ser más opuesta. Para las presidenciales, hasta hace algunos meses sólo se conocía que el presidente (o su esposa) iban a ser candidatos. Pero ni siquiera ellos se atrevían a ponerse explícitamente en campaña, como si todo estuviera digitado desde arriba, predestinado, y no pudieramos hacer nada para impedir la sucesión del emperador por su esposa. Teniendo en cuenta que el presidente ni siquiera da conferencias de prensa, algo tan usual en los presidentes norteamericanos, entonces es impensable la posibilidad de un debate. Además teniendo en cuenta la arrogancia y la provocación con la que continuamente se maneja el presidente en actos públicos, lo veo muy lejos de ser capaz de manejarse con argumentos y propuestas.
Nuestra oposición genuina -y me refiero a Recrear y ARI, ya que el Partido Justicialista representa más de los mismos principios que gobiernan la Argentina desde hace 50 años- es incapaz de realizar una buena campaña, y al no contar con el mismo aparato clientelista típico del peronismo, que ya se ha convertido en casi necesario para ganar elecciones en este país. Recuerdo en 2003 que los que iban a los actos de Kirchner no tenían que ir a trabajar en su puesto en el Plan Jefes al día siguiente. Y eso es poco decir teniendo en cuenta la clase de clientelismo que existe en las provincias y municipios.
El triunfo de dos fuerzas políticas nuevas en la Ciudad de Buenos Aires y Tierra del Fuego, y la derrota del oficialismo en Misiones me dan un cierto optimismo para pensar que, quizás, las cosas estan cambiando, la gente está cansada de discursos vacíos que jamás han resuelto sus problemas, y vota por lo nuevo, moderno, capaz de reemplazar a los partidos tradicionales que tanto daño le han hecho al país y a la democracia en estos años.
Casualmente o no, siempre que el Partido Justicialista gobernó (en sus distintas variantes) se manejó como si se tratara de un Estado de partido único. La más reciente experiencia de eso se vivió en la elección del 2003, donde el peronismo tuvo tres candidatos, repartiéndose entre ellos la mayor parte de los votos, como si estuvieramos en Cuba, "eligiendo" sólo entre candidatos del Partido Comunista. Pero es la primera vez en la historia que la oposición es casi inexistente, y el candidato que viene después de Cristina Kirchner en intención de voto tiene casi cuarenta puntos menos que ella. Ninguna fuerza política opositora a nivel nacional es capaz de atraer una cantidad decente de votantes, y ya sabemos como terminan las "alianzas" hechas con el único propósito de derrotar a alguien.
Por como se viene desarrollando el clima político hacia Octubre, no tengo esperanzas de que se revierta la situación a nivel provincial y nacional. Tenemos la oportunidad como ciudadanos de elegir (yo lo haré por primera vez) y de hacerlo pensando en construir una democracia seria en nuestro país, de lograr el cambio institucional necesario para salir adelante. Como dijo un gran escritor cubano, no perdamos también el Siglo XXI.

martes, 3 de julio de 2007

¿Pigna "neoliberal"?

Compartir El éxito de la obra de Felipe Pigna tanto en sus libros como en el programa de TV, Algo habrán hecho por la historia argentina, despertó toda suerte de críticas en el ámbito académico, o al menos eso percibimos como estudiantes de una universidad nacional pública. Personalmente no me gusta el discurso construido por este autor, pero las críticas que se le formulan son bastante curiosas en varios sentidos. Siendo liberal, parece que estoy haciendo de abogado del diablo, pero en realidad lo defiendo de un diablo aún peor.
Primero, se acusa a Pigna de hacer una historia "neoliberal", cuando esto es totalmente falso, el autor es abiertamente peronista, acérrimo crítico de Menem y los '90 y defensor de las organizaciones armadas nacionales-"populares" de la década de 1970. ¿Por qué se lo califica de neoliberal entonces? ¿Porque tiene éxito la editorial? ¿Porque el mercado -que somos todos los que compramos- le dice sí a Pigna y no a las obras de otros?. Además creo que en éstos ámbitos usualmente se acostumbra a poner la etiqueta de "neoliberal" a cualquier pensamiento que no encaja dentro del dogma marxista-leninista. Hasta Kirchner y Lula Da Silva son neoliberales para ellos.
Luego, se lo acusa de ser, en su esfuerzo por acercar la historia a un público masivo, un vulgarizador de la misma. Pero recordemos que lo mismo han hecho otros escritores como Jorge Lanata y Pacho O'Donnell, aunque nunca con el éxito obtenido por Pigna. Y recordemos que estos escritores antes nombrados no son precisamente liberales ni mucho menos sino que comparten varias características en cuanto a pensamiento político. (Por ejemplo, la biografía/apología del Che Guevara escrita por O'Donnell) Sin embargo ellos no muestran la misma actitud crítica cuando se habla de estos autores. Se lo acusa de "justificar el sistema capitalista" y ser "tibiamente progresista". Si así fuera, no hubiera dado su apoyo a movimientos “robolucionarios” tales como los sandinistas, el chavismo o incluso a la Cuba actual, algo que incluso algunos partidos socialistas han dejado de hacer.
Se acusa a Pigna de hacer una historia de los héroes, exclusivamente política y de narración de hechos cronológicos. Es imposible escribir historia para televisión sin centrarse en hechos individuales, como una novela histórica. En eso se basa la divulgación.
Es claro que estas críticas provienen de sectores radicales de la izquierda, que prácticamente son mayoría dentro de las ciencias sociales en ámbitos públicos y todavía se empeñan en continuar investigando en base a conceptos arcaicos como burguesía, lucha de clases, modo de producción, ideología dominante, etcétera. Pero a la vez se quejan de que la visión de la historia presentada por Felipe Pigna es hegemónica y que los marxistas (siempre presentados como los excluidos, las víctimas del discurso dominante) no pueden desarrollar su alternativa porque "la burguesía, que maneja el Estado, no ve con buenos ojos este tipo de investigación" Me parece una estupidez que un profesor, desde su cargo en la UBA y con muchos libros publicados, se queje de que el Estado (y la burguesía) no le permiten desarrollar investigaciones. Si fuera así, y la burguesía (si es que eso existe) controlara el Estado, gente como este profesor -y como dije antes, la mayoría- no podría ni enseñar ni investigar, y la mayor cantidad de investigaciones históricas sobre temas específicos que vemos se construye en clave marxista. La contradicción es evidente. Pero si ellos acusan al estado de burgués, ¿no están trabajando para la burguesía en universidades públicas?
Quiero dejar en claro que estoy muy en desacuerdo con la visión del pasado argentino presentada por Pigna, pero no puedo evitar destacar algo positivo: llevar la historia a un público masivo permite que la gente común pueda pensar y discutir la historia, cuestionar e indagar en el pasado, y no aceptar algo sólo porque lo dice el libro. Y aunque la historia de Pigna esté inscrita dentro del nacionalismo de los '70 y tenga una fuerte carga ideológica, logró llevar temas históricos a un público que no los consumía. Quizás esto último sea lo que moleste más a sus colegas de las universidades públicas.

¿Qué es ser liberal?

Compartir Desde sus inicios y con mayor fuerza en el siglo XX, el liberalismo político y económico como forma de vida y base para lograr las “riqueza de las naciones” fue víctima de críticas y resistencias. Existe una creencia errónea de que el liberalismo es el ideal del ser humano desmesuradamente egoísta, sin valores, incapaz de preocuparse por alguien que no sea él mismo. No hay nada mas equivocado.
Ser liberal es saber que somos nosotros mismos los culpables de las malas elecciones y somos los únicos capaces de lograr la felicidad de acuerdo a nuestra propia escala de valores.
Nadie puede arrebatarnos lo que logramos con el esfuerzo, ni podemos arrebatar lo que otros han logrado por los mismos medios.
Ser liberal es creer que nadie puede saber lo que es mejor para “otro”. Solamente ese “otro” puede saber lo que es bueno o malo para sí.
La competencia es buena porque permite explotar al máximo las capacidades personales y nada puede evitar que el ser humano compita, porque la persona siempre busca ser reconocida y estimada dentro del medio en el que se desempeña y mucho más si es modelo de emulación.
El liberal profesa la tolerancia y el respeto por las ideas, siempre y cuando las ideas no atenten contra la vida o la libertad de los otros individuos.
El liberal no cree que exista una clase que predetermine al individuo desde que nace hasta que muere. Los liberales creen que cualquiera que se proponga, mas allá de su condición, llegar a algún lugar, puede lograrlo mediante el esfuerzo y la voluntad individual.
La libertad de acción y de pensamiento son las dos partes fundamentales que deben conformar al individuo y ningún ente, (ni siquiera el estado) puede limitar sus aspiraciones, siempre y cuando no comprometa los derechos que le posibilitan al otro ir en busca de su felicidad.
Solamente dentro de un “estado de derecho” el ser humano puede ampliar sus horizontes. Siempre sujeto a leyes claras y precisas infundidas en un marco puramente democrático.
El liberalismo no es sinónimo de materialismo o utilitarismo económico. El liberalismo es sinónimo de permitir que cada quien se fije a sí mismo de qué manera y a partir de qué recursos quiere ser feliz.
Es por eso que dentro del ámbito de las sociedades liberales, hay quienes son felices a partir de las adquisiciones materiales, hay liberales que encuentran la plenitud mediante la caridad y ayuda al “otro, hay liberales que encuentran la felicidad en permanente relación con los demás y otras que son felices aisladas.
No hay parámetros ni estereotipos dentro de la sociedad liberal, (y es eso lo que la enriquece) solamente los que se fijan cada uno de los individuos.
El liberalismo es la mejor forma de interpretar la unicidad que tiene cada persona y permitirle actuar de acuerdo a sus propios valores y su carácter único, es reconocer al individuo dentro del marco del verdadero progreso.