domingo, 29 de junio de 2008

Demasiadas pRetenCiones.

Compartir A tres meses y un poco más de haber dado a conocer el gobierno, la medida de las retenciones, el país atraviesa la misma sensación de incertidumbre que tenía al escuchar el primer discurso de la presidenta. A pesar de haber tomado la decisión insoportablemente lógica, de enviar las retenciones al parlamento, es cierto también, que fue con un importante grado de delay. El mito de la inflación y su relación directa con el paro del campo fue derribado, los precios siguen altísimos a pesar de que el mayor énfasis en el “golpe económico” puesto por el sector del agro, ha sido hace unas cuantas semanas atrás. El supuesto desabastecimiento ya no es tal. Lo cierto es que el carnicero del barrio no pudo vender durante tres días como máximo, un margen de tiempo que sin duda no le costó su carnicería, y menos aún, no hizo peligrar el futuro de su familia. La señora, tuvo que comer pollo durante dos días, y el aceite se debió racionar un poco más, pero no tanto más de lo que se viene racionando desde hace unos años debido a sus costos; lo que pretendo resaltar es que en ningún rincón de las ciudades hubo un desabastecimiento tal, que haya puesto en riesgo el “de aquí en adelante” de una persona. Los medios se hubieran hecho eco de eso en el primer minuto, acaso no es eso lo que se vende cuando faltan algunas noticias deprimentes?. Si el campo realmente extremaba las medidas, es incontable la cantidad de dinero que hubiera dejado de ingresar en concepto de retenciones. Ahora, lo verdaderamente preocupante y alarmante son las pérdidas millonarias de empresas que dan trabajo a miles de trabajadores, y que a la vez movilizan en un grado más que alto la economía en forma de capital fijo e insumos varios. Los fertilizantes tienen tiempo límite de expiración, no sirven para la siguiente cosecha, por otro lado las cosechas no se realizaron en tiempo y forma, el laberinto financiero en el que está inmerso el productor hoy día, merece mayores y mejores análisis que la falta de carne durante dos o tres días, repito esto para que pueda advertirse la magnitud del problema. La disminución del poder adquisitivo, no es producto de un proceso reciente, tiene historia y muchas causas falaces. La inflación no tiene relación con el conflicto del campo, la inflación es la manifestación directa de intervención mal organizada, como sucede con cualquier intento de planificación que se pretenda llevar a cabo. Ayer, hoy y siempre, tendrán los mismos problemas aquellos que se consagren a la omnipotente misión de ser el gran justiciero y los efectos están resumidos en la pobreza. Los únicos que pagan por este tipo de políticas, paradójicamente, son los que menos tienen. Resumiendo un poco, nos damos cuenta, que no hay posibilidad de progreso cuando el plan asistencial del gobierno se transforma en el ingreso de todos los meses, y peor aún, cuando la única posibilidad con la que cuentan, es boicoteada por un gobierno corrompido por un par de monstruos resentidos, mediante la aplicación de políticas confiscatorias y que nada tienen que ver con un verdadero plan de crecimiento económico. Es hora de elegir de qué lado queremos estar, del lado de los que trabajan y se esfuerzan por superarse cada día, o del lado de los parásitos que pueden vivir de aquí hasta su muerte sin tener que trabajar, gente que puede dedicarse a pensar en aumentar su propia fortuna, a costas de aquél que decidió emprender un camino con más riesgos que certezas, pero que al fin y al cabo decidió emprenderlo. Recurriendo un poco a la historia e invocando a Cicerón, con una frase muy apropiada para la situación: "¿Hasta cuándo, Catilina, vas a abusar de nuestra paciencia?, ¿Por cuánto tiempo se burlará de nosotros este furor tuyo?, ¿Dónde estará el final adonde se lanzará tu audacia desenfrenada?" No olviden que la oposición tiene una tendencia fuerte hacia el golpismo… Somos de lo peor, es por esta intolerancia que nos caracteriza que aún siguen ahí, y todavía pueden llenarse la boca hablando de democracia.

lunes, 9 de junio de 2008

No, you can't

Compartir Quizás 2008 no sea recordado, como ya plantean algunos, por haber tenido al primer candidato afroamericano a la Presidencia de los Estados Unidos. En mi opinión, será visto como el momento en el cual los medios de comunicación progresistas ayudaron a instalar la figura de un candidato hasta entonces desconocido para muchos, incluso dentro de su propio país. Barack Obama es un hombre carismático, con una enorme capacidad discursiva y un mensaje de unión racial pocas veces visto en la clase política. Pero esto último contradice su accionar de los últimos 25 años, desde su relación de amistad con el pastor Jeremiah Wright, hasta su supuesta vinculación con grupos extremistas de Chicago.
Desde el resto del mundo, cierta intelectualidad y medios antiamericanos miran con admiración a Barack Obama, a quién ven como su favorito en estas elecciones. Las adhesiones que obtuvo van desde Daniel Ortega o el líder de Hamas hasta el genial Mario Vargas Llosa.
Muchos no han dudado en calificar su actuación en la contienda pre-electoral como un "fenómeno" si es que puede llamarse fenómeno a ganar a duras penas la interna demócrata, incluso perdiendo en el voto popular frente a Hillary, y estar en una situación de empate técnico frente al senador John McCain, el candidato del partido de George Bush, quien
enfrenta los niveles de aprobación más bajos de las últimas décadas. Históricamente, luego de un gobierno de ocho años el candidato de la oposición siempre lleva una amplia ventaja sobre el oficialista, aunque luego se achica o incluso se revierte, como ocurrió en la contienda Bush-Dukakis en 1988.
Definitivamente el atractivo que genera Obama es sorprendente, si tenemos en cuenta el rechazo que tiene el público americano en general por los candidatos "progres" es decir, que favorecen el aumento del tamaño del gobierno bajo promesas sin contenido real. Para llegar a la presidencia los demócratas generalmente han tenido que hacer campañas de centro o apoderarse de banderas típicamente republicanas. De lo contrario, han tenido derrotas estrepitosas. Las promesas de Obama no son diferentes de las de fallidos candidatos como George McGovern en 1972 o la de Howard Dean en las primarias de 2004. Es aún más sorprendente que el electorado americano, que siempre ha preferido candidatos con posturas fuertes en cuanto a política exterior, prefiera a un candidato que se sentaría a hablar incondicionalmente con dictadores como Castro o Ahmadineyad, quien brega por la destrucción del Estado de Israel y la represión de mujeres y homosexuales. Esto es lo que Bush ha llamado, inequívocamente, políticas de "apaciguamiento" similares a las que Lord Chamberlain pretendía usar para contener el avance de Adolf Hitler, con resultados conocidos por todos.
Para nuestra región, es claro que Obama no sería el candidato indicado: su proteccionismo en cuanto a las relaciones comerciales con otros países significarían una pérdida de potenciales mercados que no podemos darnos el lujo de tener.
John McCain, con sus aciertos y errores, aparece como el candidato más apropiado para estos tiempos. Es lo más cercano a ser liberal desde un punto de vista económico: una de sus principales diferencias con el actual presidente es su preocupación por el excesivo gasto público. No tengo dudas de sus capacidades como comandante en jefe, luego de haber combatido en Vietnam y tener más de 25 años de carrera política como representante de Arizona en el Congreso, que enfrentará los asuntos internacionales con la firmeza necesaria. Además no es tan conservador en asuntos sociales como el resto de sus aliados republicanos, por ejemplo, apoyando la investigación con celulas madre.
El desafío para McCain y los republicanos en estos meses es mostrar a Obama como lo que realmente es, un representante del ala mas izquierdista de su partido, que promete cambio en base a recetas erróneas que sólo crearán más déficit y empobrecerán la economía más competitiva del mundo. Todavía no logro explicarme el éxito de Obama. Quizás podría pensar que es cierto lo que decía Geraldine Ferraro, pero seguramente me acusarían también de racista.