miércoles, 26 de agosto de 2009

¿De qué te sirvió?

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En vistas de la situación económica en la que se encuentra la provincia de Buenos Aires, creo que deberíamos preguntarnos quién se benefició de las rodillas gastadas del lugarteniente de Kirchner en La Plata, Daniel Scioli. Y aprovechándome de las enseñanzas del poeta laureado Silvio Soldán, aquí van mis preguntas a Scioli:

Daniel, ¿De qué te sirvió la obediencia servil, si ahora no te alcanza la plata para pagar los sueldos?

¿De qué te sirvió ser candidato testimonial, si tuviste que perder en distritos del conurbano donde eras popular y te hicieron subir al escenario a reconocer la derrota como propia? ¿Y de qué te sirvió si encima tu jefe político ahora te culpa a vos por la derrota electoral?

¿De qué te sirvió defender a los Kirchner a capa y espada, a riesgo de caer en las incoherencias más estúpidas, para que después ellos te ignoren y ni siquiera te den los fondos que te corresponden?

¿De qué te sirvió asociar tu nombre a un proyecto -destinado a caer en cuanto la plata para repartir se acabe-, sabiendo que tu imagen era mejor y mas promisoria que la de ellos antes de todo esto?

¿De qué te sirvió hablar tanto "con esperanza, optimismo, siempre para adelante" cuando pudiste reconocer la situación real de la provincia y actuar en consecuencia?

¿De qué te sirvió hacer tuyas las batallas del kirchnerismo contra todo el mundo, confundiendo el interés de la provincia con el interés del matrimonio decadente?

¿De qué te sirvió quedar marcado como uno de los principales defensores del modelo, cuando esa posición de adulador no te provee fondos para la provincia en lo más mínimo? (A pesar de que lo opuesto tampoco funcione, sino pregunten a Schiaretti)

¿De qué te sirvió arruinar tus posibilidades de ascenso político cuando lo que recibis a cambio es el ninguneo constante?

¿De que te sirvió compartir boleta y aportarle votos a los Kirchner, en dos ocasiones, para que ellos te mostraran la más extrema ingratitud?

En la política argentina, uno entendería la dependencia hacia estos personajes, aunque sea de todos modos injustificable, si ésta trajera algún beneficio a cambio para el individuo dependiente. Pero esta relación nunca tuvo nada de eso. Scioli parece no aplicar el concepto de "lealtad" típico de los peronistas, que se define como aquello que empieza al mismo tiempo que el poder hegemónico y termina cuando comienza la impopularidad, algo que sí respetó cuando traicionó al hombre que lo había llevado a la política en favor del caudillo patagónico.
Lo positivo del proceso es que, con suerte, el gobernador se hundirá junto con la pareja presidencial. Y espero que entonces sepamos elegir a alguien que merezca ese título.

viernes, 21 de agosto de 2009

Un poco de insatisfacción

Compartir Panorama difícil si lo hay. Oposición que no se opone a nada, verborragia ante la primera emergencia. Confrontar con la intolerancia es monologar eternamente, y en la Argentina el monólogo factura. Desaparecieron los que se decían la otra cara de la moneda hasta el día anterior al 28 de junio, hicieron el precalentamiento y hoy pierden por abandono. Hasta el hartazgo con las críticas, hasta la estupidez con la pedantería. Recursos magníficos que superan los records en oratoria, que a la hora del debate se diluyen en frases coléricas e inconsistentes, expulsadas desde organismos repulsivos, merecedores de ser escogidos para un estudio de la idiotez humana. Ejemplos de creatividad demagógica, miles. Nada parece escapar al pulpo de la izquierda patética que sigue siendo la protagonista del efecto bola de nieve, que al compás de la destrucción, es vanguardia totalitaria que se inmortaliza: los argentinos quieren populismo, y la cultura populista no se erradica en 10 años. Al martillo de la experiencia le falta dar unos cuantos golpes, al menos así los demuestran los hechos. Entre el fútbol secuestrado y su necesidad intrínseca de liberación, y un senador que apesta, diciendo que hay que quitarle dramatismo a los deseos de absolutismo, sin lugar a dudas me trasladan a un mundo del revés. En muchos años las deudas pendientes despliegan sus formas, pero si hay algo que innegablemente quedó en stand by es la tarea de gobernar. Somos hombres de ninguna parte, así nos sentimos muchos de los que bregábamos por la restauración de un sistema que a pesar de su fortaleza empírica encontraron el modo de hundir. Practicando el aislacionismo y robusteciendo el imberbe que siempre tuvieron dentro, supieron sostener una farsa gigantesca y servirse del primer al último insensible que tuvieran en frente. Los referentes de la política Argentina no son serios, no hay alguna propuesta trascendente; el pánico salvaje a la palabra “privatización” ha dejado mudo a más de uno antes de verse relacionado con lo políticamente incorrecto. Así como dije que el que monologa factura, también pienso que aquellos que confrontan con el monólogo solamente en tiempo de elecciones también facturan. Siguiendo el hilo de lo que suma y lo que resta, hoy en la Argentina suma ser progre; un poquito más a la derecha, un poquito más a la izquierda, el progresismo tiene base para rato. Carecemos lastimosamente de una oposición que merezca llamarse de esa manera, que discursivamente es casi fantástica pero se paraliza ante los hechos. Buenas ideas pero falta de coordinación partidaria. La necesidad de nuevas estrategias que conduzcan a nuevas direcciones, para garantizar nada más y nada menos un freno a la decadencia.

Cromagnon: el juicio

No podía dejar de expresar mi opinión acerca del último fallo de la justicia con respecto al Incendio en Cromagnon. Muchos fueron los acusados, diferentes los intereses que se ponían en juego según la condición particular de cada una de las víctimas. No sólo entraba en el conflicto el dolor de los familiares, sino también, el deseo de adolescentes que impulsados por el fanatismo insistían en la falta de respeto, defendiendo a una banda de música sin ninguna otra evidencia más que la fe ciega que siempre crea intolerancia. No me creo capacitada para juzgar jueces, pero considero que las penas no fueron repartidas según el grado de responsabilidad en la tragedia. Condenar al empresario Omar Chabán a 20 años de prisión, pero sin embargo absolver a cada uno de los miembros del grupo Callejeros me pareció inconcebible. Sostener la inocencia de una banda de rock que promovía el uso de bengalas en sus recitales, y considerando aún que esa promoción inconciente les causó la muerte a 194 personas, es una defensa para temer. Es mi deseo y supongo que el de mucha gente, que este proceso pueda ser revertido en un futuro no muy lejano para conservar la salud mental de los familiares de víctimas en general y para que realmente pueda ser tomado como un modelo claro de condena ejemplar.

jueves, 13 de agosto de 2009

Cromwell no conoció a los argentinos

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El único lugar del mundo donde un cuerpo legislativo estaría dispuesto a recortarse facultades constitucionales, abdicándolas en el Ejecutivo, debe ser sin lugar a dudas la Argentina.

En cualquier país normal, uno esperaría que el Congreso -dejando de lado si está controlado por el mismo partido que el Ejecutivo- busque tener el mayor protagonismo posible, quitando relevancia al presidente de turno y adjudicándose un rol preponderante en la creación de políticas públicas.

Sería una comedia muy absurda, si no se tratara de instituciones reales, la comparación entre el Legislativo de un país normal y el Congreso argentino. La confirmación a la Corte Suprema de la jueza Sonia Sotomayor en Estados Unidos fue un proceso complejo donde fue cuestionada por republicanos y reconocida por demócratas, pero ninguno de los dos partidos minimizó el importante rol del senado en su confirmación.

Tratemos de comparar eso con cualquier discusión en el congreso argentino: todo es convertido en un asunto de "gobernabilidad" un concepto que sólo es un resabio de un sistema caudillista, del cual el electorado tiene mucha responsabilidad por su perpetuación: cuando votamos a alguien a la presidencia, nos gusta darle todo el poder para que nos lleve por el camino que quiera. "Balance de poder" debe ser un término inexistente en la ciencia política argentina. Aunque el sistema de listas sábanas también contribuye a ese esquema tramposo.

Los legisladores oficialistas jamás le prestan demasiada atención a los proyectos enviados -dudo que muchos de ellos los lean- sino que su labor legislativa y votaciones se basan exclusivamente en las siguientes máximas: "Si lo mandó la presidenta, yo voy a apoyar a la presidenta" y "¡Al carajo con esas mariconadas pequeñoburguesas de la división de poderes!"

La mayoría de ellos son simples lacayos de la Casa Rosada. Ni siquiera podemos decir que cambian de posición a pedido de sus amos, sino que cambian de posición frente a cualquier telefonazo que venga de Olivos. El senador (deshonra para el título) Miguel Pichetto, se ha visto varias veces en esa situación, exacerbada por la improvisación del kirchnerismo, que lo lleva a querer debatir y querer suspender el debate, todo en la misma sesión.

Como si no fuera suficiente con que se reúnan a votar y aprueben las medidas más retrógradas de la última década como estatizaciones masivas o impuestazos tecnológicos, ahora insisten en delegarle facultades a un Ejecutivo desgastado y que insiste en llevar a cabo venganzas personales contra aquellos que, según su pésima visión de la realidad, les hicieron perder las últimas elecciones. Ya ni siquiera hablamos de un mínimo de racionalidad política, para el gobierno todo tiene que ver con un revanchismo visceral que hace que incineren las cuentas públicas en pos de cumplir sus utopías ideológicas extinguidas en todo lugar donde reine la cordura.

Y mención especial merecen los diputados de los bloques de izquierda, como Solidaridad e Igualdad o Proyecto Sur. Aparentemente los mismos tipos que creen que el problema del kirchnerismo es que no va más allá con sus postulados, pensaron que está bien delegarle el poder a ese personaje que en su momento les parecía "demasiado neoliberal". Bravo, muchachos. Siempre demostrando que pueden ser los idiotas útiles de cualquier lacra que les sea afín ideológicamente.

El Congreso argentino, además de atravesar la adolescencia ideológica, vive en una clara niñez institucional. Le es imposible reconocer su rol, ponerse los pantalones y actuar por sí mismo. Los parlamentarios ingleses (y ya ni me refiero a los históricos, seguramente los actuales también) organizarían un suicidio en masa de conocer a los diputados argentinos.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Corrupción menemista, y de la otra

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Los progresistas asociados al kirchnerismo, de distintas clases: ingenuos, comprados o ambas cosas, quedarán con un único premio consuelo cuando el modelo caiga. Para ellos será sencillo y lo dirán sin demasiados reparos: el modelo era perfecto "en la teoría" pero la corrupción desmedida hizo que fracasara, como si la corrupción en la gestión pública fuera incompatible con un modelo de concentración de la economía en manos del Estado, que tanto suelen defender, dejando de lado al caudillo que lo protagonice.

El caso que nos ocupa en este posteo es el de Diana Conti, una diputada que entraría dentro de la categoría "Residuos del Frepaso" que posee una extraordinaria cara de piedra que le permite defender a los Kirchner semanalmente en "A dos voces", quien se habría quedado con buena parte del sueldo de un asesor, además de pagarle en negro.

La misma gente que denunciaba la corrupción del menemismo -con la valiosa excepción de Elisa Carrió- permaneció callada mientras el matrimonio Kirchner cometía los actos de corrupción más aberrantes de esta década. Para ellos, los excesos cometidos en nombre del "socialismo del Siglo XXI" son totalmente aceptables. Inaceptable es que los tenga un gobierno moderado o de centro.

El caso mas notorio de estos últimos meses fue el de Graciela Ocaña, una de las primeras tránsfugas atraída por la "transversalidad" kirchnerista, que ahora denuncia, casi sorprendida, la injerencia de Hugo Moyano en la administración pública. Aparentemente le tomó seis años darse cuenta de cómo funcionaba el modelo corporativo y quiénes eran sus principales actores y beneficiarios.

Más allá de que la actitud de Conti vaya en contradicción con su encarnizada lucha contra "empresas explotadoras" y empleadores que pagan en negro, lo más extraño es la actitud del damnificado, el periodista Bruno Bimbi. En una entrevista dijo que jamás hubiera aceptado ser asesor de un senador menemista, y que aceptó trabajar con ella porque admiraba sus posiciones políticas y se encuentra decepcionado por sus comportamientos, que según él, son incompatibles con un pensamiento de izquierdas. Yo no se si se trata de ingenuidad o simple ignorancia, pero que alguien con una mínima formación crea que la antinomia esta dada entre "neoliberales corruptos" y "progres honestos" sólo demuestra una estrechez mental increíble.

Pero la realidad dice otra cosa. Cuando uno hace que el Estado administre desde fábricas militares hasta varias aerolíneas pasando por una empresa de agua, lo lógico es que se genere un margen mucho mayor para la corrupción gubernamental que en un Estado que se limita a hacer lo que le corresponde. La corrupción es inherente a este tipo de modelos, al contrario de lo que el progre idealista pueda creer.

Para este chico no existe algo asi como un progre corrupto. Cree que se trata de otra contradicción en términos, y de esas conocemos muchas, como "intelectual kirchnerista" o "economista de izquierda" Pero resulta que cae en la misma trampa conceptual que muchos defensores del peronismo, si el proyecto que defienden no funciona o se corrompe, deja de ser progresismo. Así, podrán continuar defendiendo las mismas políticas, diez o veinte años después de Kirchner.

Bruno Bimbi, el periodista que hasta hace muy poco tiempo escribía fervientes apologías del gobierno saqueador en su blog y otros lugares, ahora denuncia uno de los métodos característicos del modelo al que tanto defiende. Parece que el señor Bimbi recibió un poco de su propia medicina, a manos de la gente y las ideas a las que tanto admira. Mala suerte.

domingo, 2 de agosto de 2009

Una vuelta de tuerca

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Encontrar un nuevo rumbo en medio de una gran debacle educativa, el irrespeto a las autoridades y en simultáneo, el crecimiento de la delincuencia es el menos complicado, sobre todo si lo que se pretendió en esta última década, es reconstruir políticas de seguridad en una continua comparación con los 90, período del que por cierto nos hemos alejado hace casi 20 años. Siete años de estancamiento político y económico, en donde las medidas siempre se definieron en torno a lo que no eran: “no somos menemistas”, “no somos golpistas”, “no somos oligarcas”, “no somos la derecha”, no sabemos realmente como se autodefinen, aunque sin problemas podríamos definirlos. Hoy, avistando una nueva década, sufriendo la institucionalización de un modelo que pretendió mucho y logró poco, quiso redistribuir y se sostuvo combativo… Pretendió enfrentarse a Godzilla cuando ni siquiera podía pararse solo. En dos períodos presidenciales no logró sus propósitos, y sin lugar a dudas, está dejando muchísima más incertidumbre que la tan nombrada crisis de 2001. Se propuso acabar con la pobreza y con lo único que logró terminar es con la credibilidad del INdEC. La estafa de un modelo cuyo objetivo más importante es ser máquina del tiempo; y que tiene entre sus filas al rejunte terrorista de la década de los 70.
Volviendo a lo que me motivó a escribir: el vació que se viene produciendo en las familias argentinas y que encuentra en los jóvenes su máxima expresión, y para lo que aún, como en muchas otras materias, no se vislumbra una posible solución. Los valores de los que han sido depositarios los habitantes de nuestro país hace un siglo atrás, se encuentran irreconocibles hoy día e irreconciliables con las clases más bajas. Los sectores de menor poder adquisitivo fueron aquellos que en la mayoría de los casos impulsaron el progreso de la república. Aquellas poblaciones forjaron nuevos habitantes profesionales y ante todo trabajadores incansables para lograr el progreso personal y familiar y rehuir de una condición de pobreza que no condicionaba sus sueños de ascenso. Viéndonos hoy en día en una situación de deterioro sistemático de los valores que hicieron grande a este país, se hace difícil adoptar posturas cómodas en donde mirar a un costado haga que se solucione gran parte de la cuestión. No considero que la asistencia social sea el método apropiado para afrontar con inteligencia esta situación, los centros de recuperación o institutos de menores se han convertido en academias certificadas de delincuencia juvenil y la disciplina junto con el esfuerzo personal son malas palabras. Políticas pésimas están condenando a un país a un futuro demasiado incierto, niños que aún no superan la etapa de la infancia están consumidos por la droga, convencidos de que la educación jamás solucionará algunos de sus problemas, sintiendo una lejanía dolorosa y un odio perpetuo al trabajo como la única fuente de sustento. Reivindico la tarea de las madres y padres que con mucho esfuerzo intentan salvar a sus hijos de aquellas situaciones, pero a pesar de servir como valiosos ejemplos, todavía son muy pocos los casos. Las familias cumplen un rol fundamental en el país, y es en su seno que deben formarse los futuros hombres de bien que gobernarán la república directa o indirectamente desde la participación democrática; sin embargo no se promueve la participación en la construcción, peor aún, se fomenta el “desligue” de toda la responsabilidad y se transfiere esa tarea de contención y formación primaria a la institución escolar, (donde al ritmo de la omnipresencia, aumenta el vapuleo) o al estado desde la asistencia permanente, que luego toma tal o cual plan social como una herramienta particular de manipulación a la hora de las elecciones. Bajar la edad de imputabilidad es una buena medida a llevar a cabo; una idea que era atribuida a la “derecha”, hoy es compartida por la mayoría de las facciones políticas. Otra paradoja. Pero sobre todo, aquí el centro de la escena lo ocupa la familia, el hecho de que padre o madre o ambos, deban salir a trabajar para poder sostener la familia que eligieron a conciencia constituir, no es en absoluto una excusa para deslindarse de la responsabilidad. La paternidad responsable y la planificación familiar son dos factores que hacen al mejoramiento de la calidad de vida. Los padres son los únicos garantes de que esto ocurra, y no vale la pena, o vale bastante poco, si la preocupación comienza una vez que este proceso de deterioro hizo estragos en la conducta de los adolescentes. El compromiso debe estar desde la concepción y de ahí en adelante, afrontar las circunstancias futuras desde la acción racional y no bajo impulsos irracionales que conducen al odio o al resentimiento eterno a aquellos que, con mayores o menores obstáculos eligieron un camino tan legítimo como el de trabajar arduamente. Actualmente vemos muy lejano un profundo cambio de valores, pero las experiencias a largo plazo conducirán a ello y será sin duda, la verdadera gran transformación.