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En los pasillos de mi universidad se puede ver este absurdo cartel de la agrupación de ultraizquierda MILES, con una extraña defensa de la ley de medios. Aparentemente ya no se apela a la desmonopolización, a las ''otras voces'' o alguna otra utopía inventada, sino a la idea de que la nueva ley es una ''conquista del pueblo''
Si tomáramos esa afirmación literalmente, es muy fácil ver su falsedad. El rol de los medios de comunicación no aparece ni al final en los rankings de preocupaciones de la gente en las encuestas, ni siquiera para ese 30% que todavía apoya al kirchnerismo. Se trata de la mayor preocupación de la clase dirigente y de la patética elite intelectual autoritaria de Carta Abierta, pero el argentino medio posiblemente no tenga idea de qué es la ley de medios, ni le interese saberlo. Erróneamente, a mi criterio, porque sin instituciones no hay desarrollo posible, y esta ley es el mayor atropello institucional visto en décadas.
Pero supongamos por un momento que la ley tuviera amplios niveles de conocimiento en los sondeos y un 70% de aprobación de la sociedad. Imaginemos que se hacen grandes manifestaciones -sin aparatos políticos- a favor de la misma, con una concurrencia mayor a la de los actos de Alfonsín en 1983. ¿Eso la hace correcta? Y lo que es más importante, ¿eso hace que la ley sea coherente con la libertad de expresión garantizada en la Constitución Nacional?
Para nada. Y esto es así porque la libertad de expresión no es una conquista del pueblo ni un derecho colectivo: es, como dice José Benegas, una conquista contra el pueblo. Los derechos individuales son derechos negativos: es decir, pertenecen a la clase de derechos que restringen la acción del Estado sobre la esfera del individuo. De ninguna manera incluye garantías que le permitan a ONGs o gobiernos locales, provinciales o nacionales ser propietarios de medios, sino todo lo contrario. Los pensadores ilustrados idearon este derecho como una forma de proteger a los ciudadanos de la arbitrariedad de los gobiernos, expresando sus opiniones con independencia de la voluntad de sus representantes electos.
La libertad de expresión está pensada precisamente para aquellos casos en los que gobiernos apoyados por eventuales mayorías toman decisiones equivocadas, y las opiniones disidentes, las minorías, aún así no se ven inhabilitadas para expresar su oposición. Repito: la libertad de expresión NO está diseñada para proteger a los gobiernos (sean nacionales y populares u oligárquicos y malvados) del discurso de algunos medios, sino más bien al revés.
Un derecho individual no tiene que ver con posibilitar el acceso a los medios a algunas organizaciones afines a cierto sector político, sino con que no exista ninguna restricción a aquellos individuos particulares que publiquen sus ideas en la prensa escrita, radial o televisiva. Al otorgarle al Estado el poder de la adjudicación de licencias y creando un sistema insostenible de medios públicos, basándose en una entelequia llamada ''derecho a la comunicación'' (¿de quiénes?) es claro que esto no tiene nada que ver con la libertad de expresión.
Incluso en aquellas socialdemocracias europeas que incluyeron muchos de los llamados 'derechos sociales' en sus constituciones, de ninguna manera creyeron necesario cambiar el significado de la libertad de expresión de una manera tan fundamental como lo hace esta ley.
Propongo que antes de pretender encabezar una supuesta batalla por la libertad de expresión en nombre del pueblo, los defensores de la estatización de los medios sinceren sus verdaderos objetivos y no utilicen argumentos de un mercado al que detestan, como la defensa de la competencia. En todo caso, pelean por mayores regulaciones y uniformidad en el discurso, pero al igual que cuando esas medidas se aplican en el ámbito económico, lo primero que perderemos será nuestra libertad.
Lo de encontrarle algún sentido lógico al resto del cartel, como la parte de ''partido monárquico mediático financiero'' se lo dejo a ustedes, aunque mi teoría es que la producción de opio está pasando por una de sus peores cosechas.