viernes, 12 de diciembre de 2008

25 años de democracia

Compartir "Si superamos nuestra esquizofrenia, tenemos que ver que por encima de cualquier ideología, existe un inmenso aparato estatal improductivo que se lleva alrededor del 55 por ciento del producto bruto del país. Lo estamos manteniendo en estado vegetativo, y nos está hundiendo, ahogando cualquier posibilidad de recuperación. Otra cosa es sujetarnos de nuevo a la ley, que ha sido olímpicamente ignorada durante estos años. También tenemos que cambiar las estructuras corporativas del país que se sustentan en la oligarquía sindical, la militar, la de los partidos políticos que en su conjunto forman casi un sólo partido porque no hay diferencias programáticas. Otra oligarquía es la de los empresarios privados, y en esto incluyo a las multinacionales extranjeras, que no viven realmente de la producción sino de los subsidios del Estado, del mercado cambiario, en fin: de la acción del poder político."

Estas palabras tan sabias, que describen perfectamente a la Argentina de finales del 2008, fueron dichas por el periodista Jesús Iglesias Rouco, en una entrevista hecha el día 10 de Diciembre de 1983 para la Revista Gente. Me produjo cierto temor observar que las preocupaciones de aquél hombre ante la oportunidad histórica que vivía el país en aquella fecha no distan mucho de las nuestras en éstos días. Básicamente, el orden recuperado en 1983 nos dió elecciones libres, pero de ninguna manera significó una vuelta a los principios republicanos y liberales de nuestra primera Constitución Nacional. Como señalaba aquél periodista tan provocador, vivíamos entonces en un período de atraso ideológico de nuestros partidos y de las estructuras estatales y empresariales, y seguimos viviéndolo ahora, quizás en un mayor nivel en algunos casos.
Se repite como un lugar común en todos los discursos conmemorativos de esta fecha, que la democracia todavía tiene una "deuda social" importante, casi como si la posibilidad de elecciones libres fuera directamente proporcional a la reducción de la pobreza. Si esto fuera así, Venezuela (democrática desde 1958) sería uno de los países más ricos del mundo. A mi entender, es la deuda institucional la que necesita saldarse. Teníamos una Constitución que García Hamilton califica de "poema" por su sencillez y claridad en cuanto a las normas establecidas, hasta que en 1994 fuera convertida, por acuerdo de ambos partidos, en un compilado de tratados internacionales y "derechos sociales" que contradicen todas las ideas por las que lucharon nuestros padres fundadores.

Somos una nación que, desde su fundación, se reclamaba "representativa, republicana, y federal" En cuanto a lo primero, elegimos legisladores a través de un sistema de listas sábanas, compuestas por gente elegida a dedo que no representa a nadie. No habrá verdadera representación hasta que no se reformen las elecciones del Poder Legislativo. La carencia de lo segundo es la más obvia, desde los superpoderes, los decretos de necesidad y urgencia, hasta el Consejo de la Magistratura, es obvio que la división del poderes es sólo "letras de molde" como le gusta decir a la presidenta. El federalismo es otra cosa del pasado: los gobernadores se han convertido en meros sátrapas del poder de turno, comportándose como soldados del gobierno nacional sólo en busca de que se les asignen más recursos.

A Rouco le preocupaba el consenso generado alrededor de las ideas socialistas o corporativistas encarnadas por el peronismo y el radicalismo. Eso no ha cambiado en 25 años. Quisiera creer que se trata sólo de la ausencia de líderes convocantes, o de partidos incapaces de llegar a la gente. De lo contrario, este consenso sólo podría explicarse como un reflejo de las ideas del argentino promedio, basadas en el nacionalismo económico y el caudillismo político, con el atraso que ellos representan. Espero sinceramente que la democracia sirva como forma de aprendizaje, y que con el tiempo empecemos a reclamar una mayor calidad institucional, teniendo en cuenta hacia dónde nos lleva este autoritarismo electivo.

2 comentarios:

VIRSHI dijo...

La verdad es que no importa mucho el sistema político que tenga un país, sino la calidad de la gente en él, con la estupidez que predomina es obvio que la democracia deje de ser tal y se convierta en demagogia o que la aristocracia deje de ser tal y se convierta en una oligarquía. Todo depende del pueblo en sí y no necesariamente de su organización.
Convengamos que los países más desarrollados no tienen sistema democrático, no sé si esa sea la clave, pero sí es una señal. Salu2

Victor dijo...

Interesante post. Aveces paso por acá, gracias pasar por alla.

S2