Ironía del día: en mi biblioteca encontré un ejemplar de la Constitución Nacional, editado en los años '90, por Página/12. Sí, leyeron bien, hubo un momento en el que a Página/12 le preocupó tanto la Constitución como para lanzar dos ediciones. Si existiera el detector de sarcasmo que inventó el científico de Los Simpson, seguramente explotaría al escuchar esto. Después, el diario abandonó esa preocupación (en serio, alguna vez la tuvo?) y se dedicó a servir de usina ideológica de ese gobierno al que no se le cae una idea, y armar causas judiciales contra opositores.
En fin. Me preguntaba si en toda esta discusión sobre el presupuesto no habrá algo que arroje cierta claridad sobre el tema, porque entre los oficialistas que creen tener más atribuciones que Luis XIV y los opositores blandos que tienen tanto miedo de ser catalogados de golpistas que hacen concesiones con lo que sea, uno se confunde y termina pensando cualquier cosa. Hasta que encontré este pequeño párrafo en ese libro lleno de polvillo y telarañas que cité recién:
Capítulo cuarto
Atribuciones del Congreso
9-Fijar anualmente, conforme a las pautas establecidas en el tercer párrafo del inciso 2 de este artículo, el presupuesto general de gastos y cálculo de recursos de la administración nacional, en base al programa general de gobierno y al plan de inversiones públicas y aprobar o desechar la cuenta de inversión.
Más que claro: al Congreso le corresponde realizar el presupuesto, y al Poder Ejecutivo, ejecutarlo. No se trata de una cuestión semántica para los delirios de esnobismo intelectual de Cristina Kirchner, es un artículo corto y sencillo que dice claramente que tales atribuciones le pertenecen al Congreso. Pero ella rechazó cualquier posibilidad de que sea tratado y modificado por la cámara que debe hacerlo, y en cambio pretende gobernar con el presupuesto de este año, aprobado por un Congreso anterior donde tenía amplias mayorías. ¿Cómo puede ser que haya diputados que no comprendan el atropello que estamos viviendo?
Uno no esperaría una defensa de la Constitución de parte de tipos como Dante Gullo, que ante la primera mención del tema te culpará de haber apoyado el golpe del '55, y hace bien en no esperar nada de ellos. Pero de personas como Laura Alonso, que hicieron toda una carrera en la búsqueda de la transparencia y control gubernamental, uno no puede más que irritarse al leer sus declaraciones diciendo que tenía intenciones de votar el presupuesto del Ejecutivo y que por ese motivo se retiró de la sesión. De nuevo, uno puede esperar estas cosas de quienes no le asignan a la Constitución mayor valor que a un rollo de Higienol, pero de la ex titular de una organización que lleva el nombre de ¡¡Poder Ciudadano!! uno podría esperar algo mejor que eso.
Otro momento en el que los oficialistas esgrimen erróneamente la Constitución -esos momentos únicos de la TV por cable, donde uno debería tener listo el VHS y apretar REC(?)- es hablando del vicepresidente Cobos y justificando los pedidos de renuncia que hacen contra éste. Daniel Filmus, entre otros, dijo que era inconstitucional que el vicepresidente votara en contra de la voluntad del Ejecutivo. Entonces, me puse a buscar en las atribuciones del vicepresidente en el capítulo del Senado, y no dice nada remotamente parecido a eso. El vicepresidente sólo tiene voto en caso de empate, y eso sólo ocurrió 2 (dos) veces desde el conflicto contra el campo.
Es curioso que les pesen más las disidencias de un vice que proviene del radicalismo -al punto de provocar un golpe institucional haciéndolo renunciar- que la defección de decenas de legisladores peronistas que fácilmente hubieran prestado su voto en otro momento para cualquier atrocidad kirchnerista. ¿Quizá no descarten una vuelta al barco de estos últimos?