
De Mario Ishii y el Chino Navarro a Barack Obama y Columbia. Política exterior kirchnerista sin escalas.
En este momento del año se produce otro de los tradicionales viajes de la Divulgadora Presidencial a Nueva York, acompañada de una comitiva distinguida en el campo de la política exterior, como José María Díaz Bancalari, que tiene dificultades para expresarse en el idioma español, ya ni digamos en inglés.
Fue invitada, nuevamente, a hablar en la Universidad de Columbia. Para los que se estén preguntando qué habrán visto los directivos de semejante institución en una jefa de estado tan decadente, recuerden que el presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad, negó el holocausto en ese mismo lugar. Columbia parece tener una política no demasiado exigente para elegir a sus oradores: si invitaran a un borracho tirado en una esquina de Manhattan hubieran garantizado un discurso más coherente.

Distinguished Fellow Cristina Kirchner. Doctorada en modelos de acumulación con matriz diversificada y análisis de cifras electorales del Calafate.
Y una vez más, como ya demostró con sus Grandes Éxitos Discursivos como el efecto jazz y "la soja es un yuyo", nos dejó otra joyita que demuestra la peligrosidad de sus ideas y de su modus operandi, especialmente en este contexto donde la aprobación de la ley de medios es presentada por ellos como la conquista del siglo.
"Creo que nos debemos dar el gran debate acerca de la información, acerca de la posibilidad de que los ciudadanos sean informados sin estar contaminada la información, no por la prédica del Gobierno, que obviamente no es dueño de los medios de comunicación, porque, en definitiva, todos los medios son de carácter privado salvo un canal o radio estatal, sino contaminados por los grandes intereses económicos que operan también a través de los medios de comunicación ocultando cosas y muchas veces impulsando a que las sociedades también apoyen o tomen decisiones en base a informaciones falsas"
La locura kirchnerista con respecto a los medios da para tanto que ella, dentro de sus profundas limitaciones, no pierde oportunidad para teorizar al respecto. Al parecer el estatismo se ha expandido hacia todos los ámbitos de la vida, de tal manera que ella puede decir que es un derecho ciudadano que el Estado "limpie" la información que los medios transmiten contaminada por intereses económicos. Esto significa, traducido de kirchnerismo a castellano, que el Estado es un ente neutral y puro que comunica la verdad a la gente, y los privados son monstruos que sólo comunican lo que les conviene.
Es lógico que piensen así, están tan acostumbrados al microcosmos feudal santacruceño que la idea de que los medios funcionen como un contrapeso del poder político les parece sacada de otro planeta. La existencia de voces que contrarresten el discurso oficial es todo un intento de desestabilizar.
Veamos hasta dónde es capaz de llevar esta teoría sobre la naturaleza demoníaca de los medios de comunicación:
“Zelaya fue destituido por un golpe cívico-mediático, porque las nuevas fuerzas, que muchas veces impulsan movimientos destituyentes en las democracias latinoamericanas, que han logrado dar a sus ciudadanos derechos, crecimiento económico, que tal vez perjudican en algo la riqueza o el dominios de sus elites, cuentan tal vez con nuevos tipo de concentraciones que no son de carácter militar, sino que manipulan u ocultan también la información”
Ni la izquierda marxista ha tenido el atrevimiento de afirmar que lo de Honduras fue un "golpe cívico-mediático". Ellos prefirieron culpar a los Estados Unidos, un clásico, a pesar de que Obama hace todo lo posible para situarse del lado de Zelaya. Cristina Kirchner fue más allá de las típicas teorías conspiranoicas, y le adjudicó a los medios de comunicación el derrocamiento del mandatario chavista.
Es algo absurdo y peligroso que el manejo de la información esté en manos de cualquier gobierno, pero que un gobierno que utiliza los medios públicos para difundir los proyectos del gobierno y denostar a la oposición pretenda ocupar ese rol, me resulta profundamente rídículo, más que Mariotto diciendo que Canal 7 es un medio “público, no gubernamental”
En fin. Les dejo la mejor columna de La Nación que he leído en mucho tiempo: