En las próximas elecciones se va a poner en juego un “modelo” de país según algunas tendencias; la duda que me surge al pensar, es si realmente se pone en juego un modelo de país o es un mismo modelo que cambia de manos; las encuestas más generosas declaran un empate técnico y las menos proclaman a Francisco de Narváez como el triunfador en la contienda electoral, primero en el peronismo disidente. No hay una propuesta clara por parte del PRO, es tragicómico ver que hasta hace un año Felipe Solá era uno de los tantos caballos de batalla del kirchnerismo y hoy lo vemos del lado diametralmente opuesto. El importante papel que se estaba jugando la centro-derecha en las elecciones de 2007 con la victoria de Mauricio y Gabriela en las urnas, hoy no tiene mayor mérito que el de haber reunido

Por último, quiero aplaudir a Marcelo Tinelli ya que el micro-reality que supo crear en su programa es una forma fantástica de humor político; aquellos que tengan el tupé de machacar contra él, deberían agradecer la mano que Marcelo les esta brindando, sacando de la oscuridad a personajes que no merecerían un segundo de cámara. Un programa jamás puede ser visto como el responsable de marcar la tendencia hacia uno u otro candidato; eso solamente es parte de la ignorancia política de los televidentes, la ignorancia política no es resultado de un programa, es resultado del desinterés y la comodidad en la que se han subsumido gran parte de los habitantes de la Argentina. De aquellos que prefieren incorporarse casi por instinto a la berretización institucional de la anarquía, con el lema “que se vayan todos” o a la suficiencia con la que se habla cuando afirman que todos los políticos son igualmente corruptos.
Muy pocos jóvenes se interesan por las cuestiones políticas y eso es muy preocupante, pocos de ellos saben de qué se tratan las próximas elecciones y menos aún quiénes serán los candidatos. No hay tomas de posición, nadie quiere involucrarse en los asuntos del país, pero sin embargo el libro de quejas se incrementa cada segundo. No podemos culpar a la autoridad de tiranía política, de poca sensibilidad, o de incapacidad de la gestión, si nosotros mismos no estamos a la altura de las exigencias que una República nos impone sobre la marcha. La inmadurez política es un tema menester para tener en cuenta camino hacia la formación de la democracia. No hay que olvidar que en este sentido, “la culpa no es del chancho, sino de quien le da de comer”.