Mi cerebro está haciendo un lockout patronal. Estabamos en una mesa de negociaciones para retenerle el 40% de la actividad neuronal, pero se negó. Creo que ni siquiera con esas retenciones caería al nivel de boludez con el que el gobierno pretende tratarnos.Anoche se dijo en algunos medios que el ministro Martín Lousteau fue forzado a renunciar luego de "anunciar las retenciones móviles sin consultar" ¿Realmente alguien puede pensar que una medida semejante puede ser anunciada sin consulta, más cuando los ministros en estos días son personajes de nula autonomía?
Otro ejemplo de el poco respeto que nos tienen lo dió Néstor Kirchner, diciendo “Basta de tratar de imponer por la fuerza ideas o conceptos que favorezcan sólo a un sector” Como no aclaró a quién se refería, sería la primer autocrítica salida de la boca de algun oficialista. Acusó tambien a los productores agropecuarios de subir los precios y querer exportar todo.
Estas estupideces se vuelven más graves siendo dichas en Ezeiza, uno de los distritos más pobres del conurbano y que, por alguna casualidad mágica, votó a Cristina en un 57%.Martín Lousteau apareció con el propósito de dar algo de renovación a este segundo mandato. Ya desde el comienzo algunos pronosticaban que no duraría, debido a ciertas ideas "ortodoxas" como reducir el gasto público. Al final, quedó demostrado que sólo dura en un ministerio quién no tiene ideas propias y es capaz de convivir con los métodos de Moreno. Al principio era casi imposible no dirigir los insultos hacia él, pero ahora que lo echaron da pena, que haya sido utilizado como chivo expiatorio para limpiar la imagen de un gobierno que está en notoria caida. Para la próxima crisis, seguramente el "culpable" que renuncie será algún miembro del personal de limpieza del Ministerio de Economía.
Y siempre se repite la historia. Aquél que trata de aportar algo de racionalidad frente a un modelo en crisis, es expulsado de una forma absurda, casi suicida. Lo mismo le pasó a Ricardo López Murphy en el 2001, salvando las distancias.
Y así funcionan las cosas en la Argentina, con ex presidentes que continúan dirigiendo, secretarios que pretenden ser comisarios soviéticos, ministros que tienen sólo cargos ceremoniales, y una presidenta que se esfuerza en mantener la apariencia de que el circo está unido. Pero no le sale.












