Creo que es un buen momento para reflexionar, no es poca cosa la asunción de la nueva presidenta, aunque la presidenta en si, no sea gran cosa…(tema aparte)
Mi gran preocupación ya no es quien ganará las elecciones de octubre, mi preocupación tampoco reside en saber si habrá ballotage, y menos aún que traten de gorilas represores a figuras políticas que defienden el legitimo valor de la libertad; estos últimos son temas agotados en la agenda de la dinastía pingüina. Ahora lo que más me inquieta, y con mucha razón, es mi futuro como ciudadana y peor aún, me preocupa el futuro democrático del país. Sé que aún no estoy siendo concreta, aunque la precisión de mi postura es lo que pretendo resaltar en este articulo. Más de uno tiene contacto con algún medio de comunicación diario, y no hace falta que yo sea quien diga que los medios están minados de noticias internacionales… tampoco haría falta que especifique el lugar de origen de las noticias aunque lo voy a hacer, hablo de la propaganda CHAVISTA y el país, obviamente, VENEZUELA, o como se llame ahora, no interesa…
Hugo Chávez se ha ganado el odio de muchos defensores de la democracia moderna, por lo tanto también se ha ganado mi odio. En este último año ha sido el protagonista de las mayores disputas y los peores abusos de poder, de los que puede hacer uso un funcionario de su importancia. Atrás han quedado esos primitivos usos del idioma inglés, en donde acusaba de animal y peligroso a Bush, o sus discursos financiados con los impuestos de contribuyentes argentinos, en argentina claro. La situación ha potenciado su gravedad, y Chávez se ha convertido en un tema de estado tanto para el ex primer mandatario argentino, como para su señora esposa (Presidenta electa), Cristina Kirchner, y digo Kirchner, porque la señora sí es portadora de apellido, mal que le pese, quien se merecería un artículo aparte y que ya está en proceso a partir de este momento. La recientemente electa Presidenta de los argentinos, ha asegurado con firmeza y haciendo valer su mano dura, que no dejara que los Estados Unidos la presione en temas de política exterior, sin embargo ratifica que seguirá entablando lazos de amistad con la República Bolivariana de Venezuela. Chávez así, se ha convertido en nuestro principal aliado internacional, y como dijo acertadamente Mauricio Macri, él es “justamente el peor de la clase”. Después de su derrota en el referendo, en donde se debía votar por el sí o por el no a la reforma constitucional propuesta por el primer mandatario Venezolano, que definía su perpetuación en el poder entre otras cosas, las relaciones se han reforzado, en lugar de tomar una postura más crítica. Por un lado, Kirchner (Néstor) acompañó con sus palabras de aliento la derrota en el referendo, tildó de verdadero demócrata a un personaje patético que solamente buscaba establecerse como dictador a lo Castro, e incluso aprovechó la situación para mofarse de la oposición, sin necesidad, como es costumbre. Siguiendo la línea de solidaridad, se han establecido las pautas para la fundación del Banco del Sur, “una estrategia para liberarnos de las cadenas de la dependencia y el subdesarrollo” según Chávez y que tendrá como sede principal a Caracas. Esto no es raro, el proyecto de Chávez no es otro que acaparar todo el territorio amigo posible (Brasil, Argentina, Paraguay, Bolivia y Ecuador) bajo una visión ingenua de la pseudodemocracia que tiene como escenario a Venezuela. Chávez no es ni más ni menos que el sucesor de las aspiraciones magnas del comunismo castrense, (camino a la desaparición, por suerte) pero tengamos en cuenta que minimizar el asunto no es una de las vías para enfrentar el problema. El socialismo del siglo XXI parece una estupidez, pero una estupidez a la que más de uno en lo sucesivo, le está agregando pies y cabeza, los mismos defensores de los Derechos Humanos y los luchadores incansables contra los fantasmas dictatoriales que poblaron la argentina (entre otros) en la década del 70, vuelven, pero esta vez para reforzar una dictadura mayor. Está demás decir, que esta vez no vamos a poder echarle la culpa a los Estados Unidos.