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Desde sus inicios y con mayor fuerza en el siglo XX, el liberalismo político y económico como forma de vida y base para lograr las “riqueza de las naciones” fue víctima de críticas y resistencias. Existe una creencia errónea de que el liberalismo es el ideal del ser humano desmesuradamente egoísta, sin valores, incapaz de preocuparse por alguien que no sea él mismo. No hay nada mas equivocado.
Ser liberal es saber que somos nosotros mismos los culpables de las malas elecciones y somos los únicos capaces de lograr la felicidad de acuerdo a nuestra propia escala de valores.
Nadie puede arrebatarnos lo que logramos con el esfuerzo, ni podemos arrebatar lo que otros han logrado por los mismos medios.
Ser liberal es creer que nadie puede saber lo que es mejor para “otro”. Solamente ese “otro” puede saber lo que es bueno o malo para sí.
La competencia es buena porque permite explotar al máximo las capacidades personales y nada puede evitar que el ser humano compita, porque la persona siempre busca ser reconocida y estimada dentro del medio en el que se desempeña y mucho más si es modelo de emulación.
El liberal profesa la tolerancia y el respeto por las ideas, siempre y cuando las ideas no atenten contra la vida o la libertad de los otros individuos.
El liberal no cree que exista una clase que predetermine al individuo desde que nace hasta que muere. Los liberales creen que cualquiera que se proponga, mas allá de su condición, llegar a algún lugar, puede lograrlo mediante el esfuerzo y la voluntad individual.
La libertad de acción y de pensamiento son las dos partes fundamentales que deben conformar al individuo y ningún ente, (ni siquiera el estado) puede limitar sus aspiraciones, siempre y cuando no comprometa los derechos que le posibilitan al otro ir en busca de su felicidad.
Solamente dentro de un “estado de derecho” el ser humano puede ampliar sus horizontes. Siempre sujeto a leyes claras y precisas infundidas en un marco puramente democrático.
El liberalismo no es sinónimo de materialismo o utilitarismo económico. El liberalismo es sinónimo de permitir que cada quien se fije a sí mismo de qué manera y a partir de qué recursos quiere ser feliz.
Es por eso que dentro del ámbito de las sociedades liberales, hay quienes son felices a partir de las adquisiciones materiales, hay liberales que encuentran la plenitud mediante la caridad y ayuda al “otro, hay liberales que encuentran la felicidad en permanente relación con los demás y otras que son felices aisladas.
No hay parámetros ni estereotipos dentro de la sociedad liberal, (y es eso lo que la enriquece) solamente los que se fijan cada uno de los individuos.
El liberalismo es la mejor forma de interpretar la unicidad que tiene cada persona y permitirle actuar de acuerdo a sus propios valores y su carácter único, es reconocer al individuo dentro del marco del verdadero progreso.
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