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El éxito de la obra de Felipe Pigna tanto en sus libros como en el programa de TV, Algo habrán hecho por la historia argentina, despertó toda suerte de críticas en el ámbito académico, o al menos eso percibimos como estudiantes de una universidad nacional pública. Personalmente no me gusta el discurso construido por este autor, pero las críticas que se le formulan son bastante curiosas en varios sentidos. Siendo liberal, parece que estoy haciendo de abogado del diablo, pero en realidad lo defiendo de un diablo aún peor.
Primero, se acusa a Pigna de hacer una historia "neoliberal", cuando esto es totalmente falso, el autor es abiertamente peronista, acérrimo crítico de Menem y los '90 y defensor de las organizaciones armadas nacionales-"populares" de la década de 1970. ¿Por qué se lo califica de neoliberal entonces? ¿Porque tiene éxito la editorial? ¿Porque el mercado -que somos todos los que compramos- le dice sí a Pigna y no a las obras de otros?. Además creo que en éstos ámbitos usualmente se acostumbra a poner la etiqueta de "neoliberal" a cualquier pensamiento que no encaja dentro del dogma marxista-leninista. Hasta Kirchner y Lula Da Silva son neoliberales para ellos.
Luego, se lo acusa de ser, en su esfuerzo por acercar la historia a un público masivo, un vulgarizador de la misma. Pero recordemos que lo mismo han hecho otros escritores como Jorge Lanata y Pacho O'Donnell, aunque nunca con el éxito obtenido por Pigna. Y recordemos que estos escritores antes nombrados no son precisamente liberales ni mucho menos sino que comparten varias características en cuanto a pensamiento político. (Por ejemplo, la biografía/apología del Che Guevara escrita por O'Donnell) Sin embargo ellos no muestran la misma actitud crítica cuando se habla de estos autores. Se lo acusa de "justificar el sistema capitalista" y ser "tibiamente progresista". Si así fuera, no hubiera dado su apoyo a movimientos “robolucionarios” tales como los sandinistas, el chavismo o incluso a la Cuba actual, algo que incluso algunos partidos socialistas han dejado de hacer.
Se acusa a Pigna de hacer una historia de los héroes, exclusivamente política y de narración de hechos cronológicos. Es imposible escribir historia para televisión sin centrarse en hechos individuales, como una novela histórica. En eso se basa la divulgación.
Es claro que estas críticas provienen de sectores radicales de la izquierda, que prácticamente son mayoría dentro de las ciencias sociales en ámbitos públicos y todavía se empeñan en continuar investigando en base a conceptos arcaicos como burguesía, lucha de clases, modo de producción, ideología dominante, etcétera. Pero a la vez se quejan de que la visión de la historia presentada por Felipe Pigna es hegemónica y que los marxistas (siempre presentados como los excluidos, las víctimas del discurso dominante) no pueden desarrollar su alternativa porque "la burguesía, que maneja el Estado, no ve con buenos ojos este tipo de investigación" Me parece una estupidez que un profesor, desde su cargo en la UBA y con muchos libros publicados, se queje de que el Estado (y la burguesía) no le permiten desarrollar investigaciones. Si fuera así, y la burguesía (si es que eso existe) controlara el Estado, gente como este profesor -y como dije antes, la mayoría- no podría ni enseñar ni investigar, y la mayor cantidad de investigaciones históricas sobre temas específicos que vemos se construye en clave marxista. La contradicción es evidente. Pero si ellos acusan al estado de burgués, ¿no están trabajando para la burguesía en universidades públicas?
Quiero dejar en claro que estoy muy en desacuerdo con la visión del pasado argentino presentada por Pigna, pero no puedo evitar destacar algo positivo: llevar la historia a un público masivo permite que la gente común pueda pensar y discutir la historia, cuestionar e indagar en el pasado, y no aceptar algo sólo porque lo dice el libro. Y aunque la historia de Pigna esté inscrita dentro del nacionalismo de los '70 y tenga una fuerte carga ideológica, logró llevar temas históricos a un público que no los consumía. Quizás esto último sea lo que moleste más a sus colegas de las universidades públicas.
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