La
inexplicable sensación que me franquea, conviviendo a diario con un modelo de
gestión totalitaria, asfixiante, opresiva, hace que delibere colocarme en radical
y consciente oposición.
No se trata
de auto-sostenerse en crítica circunstancial frente al acontecer, (al estilo
FAPISTA de buen gusto) hoy el papel debe ser sin lugar a dudas, un papel
activo, políticamente obstructivo, y efectivista.
Las multitudinarias manifestaciones “de la bronca”, son herramientas que auxilian el accionar de una clase política de minorías, pero nunca debe ser considerado como una estrategia de representación política: las masas están unidas por el espanto y el espanto no es una coordenada de resistencia si carece de una apoyatura lógica, objetiva y de insoslayable correlato con la realidad.
Las multitudinarias manifestaciones “de la bronca”, son herramientas que auxilian el accionar de una clase política de minorías, pero nunca debe ser considerado como una estrategia de representación política: las masas están unidas por el espanto y el espanto no es una coordenada de resistencia si carece de una apoyatura lógica, objetiva y de insoslayable correlato con la realidad.
Soy
oposición y no vislumbro aspectos positivos de un régimen plagado de
indulgencias paternalistas. No concibo la política como un medio de medios
obscenos. La política debe necesariamente ser gestora de oportunidades y no un
ente de interferencias; debe ser garante de posibles prejuicios anti-progreso,
pero garante en base a leyes claras y sensatas y no a fueros caprichosos. Hoy es
un ámbito de decisiones ejecutivas, expeditivas y plenamente centralizadas, en un
marco de conservación del poder con tendencia a complacer la quimérica
inmortalidad, que me hace impermeable a ese maravilloso don “campórico” de RESPALDAR.
No necesito partido que me represente para sentirme resistencia a los embates del modelo, porque no necesito partido que me represente cuando hago compras en el supermercado y veo la “solución final” que aplicaron en forma de los cuasi-pacíficos tickets de compra.
Soy un individuo que se opone, como otros miles y otros millones que también lo hacen, y eso es suficiente para mí y para la Argentina. No es la masa la que transforma, es el individuo activo y consciente de sus valores, los contra-valores y sus plenas capacidades la que lo hace. El 13 de septiembre miles de individuos establecieron sus prioridades, y acordaron voluntariamente la unión en pos de un objetivo de resistencia posibilitando que los logros se propagaran como minas en todo el modelo. La ficción se vio quebrantada como nunca, y el grito argento hizo mella en el denso núcleo del fascismo.
No necesito partido que me represente para sentirme resistencia a los embates del modelo, porque no necesito partido que me represente cuando hago compras en el supermercado y veo la “solución final” que aplicaron en forma de los cuasi-pacíficos tickets de compra.
Soy un individuo que se opone, como otros miles y otros millones que también lo hacen, y eso es suficiente para mí y para la Argentina. No es la masa la que transforma, es el individuo activo y consciente de sus valores, los contra-valores y sus plenas capacidades la que lo hace. El 13 de septiembre miles de individuos establecieron sus prioridades, y acordaron voluntariamente la unión en pos de un objetivo de resistencia posibilitando que los logros se propagaran como minas en todo el modelo. La ficción se vio quebrantada como nunca, y el grito argento hizo mella en el denso núcleo del fascismo.
Todo esto
puede refrendarse, puede sofocarse o puede devenir en nuevas vías, pero será
una manifestación de la voluntad individual de miles de argentinos, y no de una
masa uniforme de opinión uniforme.
Somos
únicos factores de resistencia y cambio. Sólo tenemos que tomar consciencia y
arrebatar con impulso, los dos de inmediato y SIMULTÁNEAMENTE. El resto solo
secunda.